La sonrisa tres veces inmortal

sábado, mayo 10, 2014 93 comentarios

No hay ciudad que se precie sin personas admiradas por todos sus conciudadanos. Pero pocas admiran a profesores. A un maestro de imberbes. A un maestro de la vida.

Jordi Vilamitjana fue maestro en Girona y lo fue toda su vida. Y lo seguirá siendo después de la misma, porque sus enseñanzas y su pasión por explicar perduran por encima de vidas y muertes. Porque Jordi hoy ya no está aquí en cuerpo, pero si en espíritu. Ese espíritu jovial, reivindicativo, luchador, tenaz, humilde y cercano. Ese espíritu sigue en todos y cada uno de los corazones de los que alguna o muchas veces le tuvimos como profesor o tutor. Pero también como amigo. Porque mientras sigamos acordándonos de él, defendiendo a su Girona F.C., amando y luchando por su ciudad y barrio, su recuerdo seguirá siempre vivo en nuestros corazones.





Hasta el final de sus días de lucha contra el maldito cáncer, no cesó su actividad social y docente. Al final, ya desde su casa, siguió escribiendo para el Diari de Girona, como para el periódico del pueblo. Respondiendo dudas a alumnos por facebook. Comentando el devenir de su enfermedad siempre con el máximo optimismo que jamás he visto en un ser humano. Jordi lucho y esa puta enfermedad sabía tan poco con quien se metía, que tuvo que llevárselo para doblegarlo. Hoy he visto a centenares de personas en el Tanatorio de Vilarroja en Girona, despedir a un grande. Un grande oculto. Porque él nunca quiso ser el centro de atención. Pero así es como se descubren a los admirados por todos. Cuando ves a centenares de personas movilizarse en una ciudad por la figura que debería ser principal en toda sociedad: el profesor. No se me ocurre mejor homenaje que el que hemos hecho esta mañana honrando su figura, y riéndonos incluso en ese momento. Porqué el así lo quiso. Y porque así lo pidió. Jordi fue un cabrón –o encabronador como solíamos decir el propio Jordi, mi amigo Pau y yo- que incluso en su marcha, se rió irónicamente. Jugó con travesura. Que como le dedica hoy mi amigo Albert Soler –otro encabronador oficial-, lo hace para no tener que aguantar a los jodidos politicuchos otra vez más en campaña. Así era Jordi. Y así es y lo será. Siempre simpático. Siempre haciéndonos reír con sus ocurrencias.



Jordi fue un profesor de esos que dejan huella. Capaz de venir disfrazado de Obelix a clase para animarnos a ser irreductibles ante los cambios en la ley educativa, de estudiar catalán en base a libros de monólogos de Andreu Buenafuente. Alguien que te sorprendía en clase con un diccionario de insultos. Con una bufanda del Manchester United. Jordi era un maestro de la vida. Y un amigo. Jordi, jo mai deixaré de ser un irreductible. Perquè així em vas ensenyar a encarar la vida i així, t'honraré.



Me duele en el alma escribir estas líneas porque no sé si tocan o debo, pero así salen. Tal cual. Como le salió a él ayudar a un distraído chaval hace ya más de 15 años, cuando lo veía pulular por el instituto pensando en estrellas y galaxias. Cuando nadie apoyaba esa pasión de ese chaval, Jordi si estuvo ahí. Jordi si escuchaba mis ruegos y preguntas, Jordi se informaba de las dudas que yo tenía para respondérmelas al día siguiente. Jordi me cogió del brazo una mañana, en la hora del recreo y me dijo mirándome a los ojos con una fuerza que me marcó para siempre: “No dejes nunca de interesarte por la ciencia. Esos que ahora se ríen cuando hablas de tus cosas, algún día te escucharan. Y ya ha empezado. Yo nunca me he reído, pero ya te escucho.”. Nunca jamás podré dejar de honrarle. Le debo gran parte de mi identidad e integridad como persona. Jordi fue la persona más sabia que he conocido en mis 29 años. Y hasta el final, pude seguir hablando con él semanalmente, comentando lo mejor y lo peor que nos deparaba la vida a ambos. Siempre fue un amigo. Y siempre lo será.



No solo te animaba a aprender lengua y a tener pasión por la literatura, sino que además te apremiaba a la lucha social. No entendía que la educación fuera solo entre cuatro paredes. El creía que su responsabilidad era tanta con el deber de tener que educar a los hijos de otros, que debía implicarlos también en la mejora de la vida del barrio. Inmigración, lucha obrera, deporte, ocio cultural. Todo. Todo era susceptible de ser transmitido y enseñado. Cada año tenía a una legión nueva de chicos que nunca antes habrían escuchado lo que él iba a contarles sobre la lengua, el arte, el barrio o la vida. Ese era su mayor orgullo. Nos encendía la vela de la curiosidad. Nos hacia participes de todo lo que contaba. Y nos enamoraba con sus explicaciones.



Igual de enamorado que lo estuvo siempre de su ciudad. LA CIUDAD. Girona. Esa que como él quería, es “petita i tendre”. Porque no quería otra ciudad diferente. Quería su Girona. La de las buenas y malas cosas. Toda ella. Sin complejos ni pretensiones. Donde incluso fue el precursor de los funerales laicos al escribir un libro sobre como celebrarlos, cuando aquí, nadie había pedido nunca uno –o no sabían cómo debía ser-. Su tierna, pequeña y emocionante ciudad, por donde se le podía ver pasear cada tarde admirando a sus piedras, sus rincones y sus gentes. Por donde se le podía encontrar cada día escudriñando librerías, locales, callejuelas. Buscando historias que contar. Historias desconocidas. Historias de los pequeños héroes de la vida. Historias de piedras y rocas olvidadas en algún almacén perteneciente al Ayuntamiento. Donde acudía a los plenos municipales, incluso los nocturnos, porque su lucha social y el bienestar de la ciudad no tenía horarios. Buscando enamorarnos a todos con la que, por si no nos habíamos dado cuenta, es la ciudad más bonita del firmamento. Girona, la que los libros de historia presentan y narran que fue tres veces inmortal. Como inmortal fue su sonrisa. E invencible también. Incluso en su despedida, lo hizo sonriendo. Quizá con su mirada interesante y su sonrisa que denotaba disfrute de la vida. Pero incluso en su marcha, nos transmitió a todos su sonrisa. Girona ya es cuatro veces inmortal.


“Que fas aquí parat?

Corre a estimar!

És l’única cosa que paga la pena de viure i t’ho estás perdent!!”

Jordi Vilamitjana i Pujol (1957-2014)

Girona
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Campaña para retirar un curso pseudocientífico en la Universitat de Barcelona

viernes, mayo 02, 2014 48 comentarios

Pongamos por caso que usted quiere hacer un curso en una universidad pública. Pongamos también, que dicho curso habla sobre supuestas formas de curar que nunca han sido demostradas. Bueno, nunca está de más explicar algo de historia de la medicina hasta llegar hasta nuestros días. Pero si este curso presenta semejantes sangrías como terapias probadas, ¿no debería escandalizarnos que se enseñe curanderismo 2.0 en una institución que pagamos TODOS?

Pues no. Nadie se escandaliza. Y lo que es peor, estas universidades aprueban cursos de este tipo, los fomentan e incluso los defienden poniendo en duda su moral y profesionalidad.
Y aun es más terrible que cursos de estos se celebren bajo el marco de "Els Juliols" de la Universidad de Barcelona. Unos cursos de verano que sin ir más lejos, el año pasado contaban con un curso entero de pensamiento crítico.
Es evidente que el pensamiento crítico no le da a uno un chalet en Marbella o un Audi Q5, pero lo que hoy les cuento, sí.

Resulta que este año, en el programa de "Els Juliols" de la UB se presenta un curso con título "Introducció a les medicines complementaries". Como si hubiera dos medicinas. Pero da igual, está de moda decir que haces reiki, que curas a la gente con poderes que salen de tus dedos. Que te tomas gotas de agua o pastillas de azúcar y se te levanta lo que no está escrito. O que pegándote un lingotazo aromatizado con flores, es realmente el aroma de flores el que te hace que te entre sueño y no el whiskito que te has echado de un trago entre pecho y espalda. O que leche, simplemente que se folla más si uno va de molón newagero antivacunas ayurvédico. Pruébelo. Incluso en Modern Family conocen el recurso del terapeuta alternativo que usa la palabra energía como algo que no saben explicar que es pero usan para explicarlo todo.
Y eso es lo que van a aprender los pobres incautos que se dejen los pocos ahorros que cuestan pan y sudor conseguir en estas épocas, ilusionados pensando que les hará mejores médicos, farmacéuticos o ingenieros. Porque estos cursos al final, no tienen filtro. Usted es ingeniero, conductor, escriba o Sergio Ramos y puede sacarse un máster en medicina homeopática sin despeinarse, oye. Y lo que es peor, puede montar su chiringuito y sangrar a gente con los conocimientos que, como en la UB, puede aprender en alguna universidad de pacotilla. Porque en eso se convierte todo aquel centro que decide abrir sus puertas a la superstición, la pseudociencia y el chauvinismo.

Supuestamente, en las universidades se debería controlar lo que se enseña y además, como ley no escrita, debería enseñarse conocimiento contrastado. Pero ¡Oh!, poderoso caballero es don dinero. Y algunos venden fácilmente y en minutos el prestigio que otros tardaron en conseguir durante muchos años y con mucho esfuerzo. Que lo peor no es que se hagan estos cursos. A mí me daría igual que se dieran en otros foros. Pero en una universidad no. Una universidad da estatus de validez y sencillamente, dejando sus atriles en manos de charlatanes lo que consiguen es que estos, en adelante, vivan de haber dado alguna vez un curso de 20 horas en la UB. Los que aprueban la docencia de estos cursos no son conscientes, pero lo que hacen es grave. Muy grave.

Y nadie se escandaliza.

O sí, pero solo somos unos pocos. Y nos escandalizamos al ver temarios como el siguiente:



Vamos, un compendio de pseudoterapias nunca demostradas, que en el mejor de los casos el propio terapeuta ni siquiera sabe que no están demostradas y simplemente es, como en otros casos, un incauto más que ha sucumbido a los que sí que mueven el pastel que son esos que, como ya les he contado, molan más.
Y en estas tonterías no hay autoridad que valga o que le salve a uno de caer. Ni el más pintado está inmunizado. Que como bien decía ayer uno de los grandes pensadores del siglo XX, Mario Bunge, en las páginas de El País:

Hay algo paradójico. Cuanto mayor es la educación de una persona tanto más dispuesta esta a creer en seudociencias, porque se entera de su existencia. La paradoja es que la educación, tal y como está, en vez de hacer que la gente piense en forma científica hace que se vuelva más supersticiosa. Es muy común encontrar especialistas científicos que se hacen tratar por psicoanalistas o por homeópatas.

Porque si no es así, no me explico cómo alguien como Anna Diez Pascual, docente en Química Orgánica puede apoyar cosas como la Homeopatía, que van contra todo lo que sabe y conoce. Y lo que es mejor, contra todo lo que desde el inicio del Cosmos, sigue funcionando. Ya saben, Avogadro y demás. Pero da igual, estas terapias se lo cepillan todo de un plumazo, al igual que se cepillan otras cosas. Porque ya saben, mola.

Eso sí, no sean ustedes también incautos al pensar que la broma les va a salir gratis. Y es que incluso el despiste se paga. Y se paga a buen precio. Que lo que se paga no da para el chalet en Marbella de los mandamases. Pero para una buena mariscada sí, y a nadie le aparecen males. ¿Es, entonces, una mariscada una nueva terapia? Aunque como dijo un juez, el problema es suyo por creer semejantes chorradas. Y si no, vean vean.



Y aquí estamos de nuevo. Como antaño. Denunciando desde este humilde blog algo que creemos inconcebible e incomprensible. Y es que somos muchos los que creemos que una universidad pública, o en realidad cualquier centro de enseñanza, no debería dar legitimidad a estas peligrosas prácticas para la salud pública, a la par que suculentas e incapaces de probar nada más allá del efecto placebo. Que es lo que, sin quererlo, llevan probando año tras año: que el placebo existe y funciona. Pero volviendo a lo anterior: No. Una universidad nunca debe ser el lugar donde la superstición, la superchería y las falsas creencias campen a sus anchas. Y no vale excusarse con los recortes en educación. Se presupone que las universidades y sus representantes están un paso más allá de estas excusas, y que deben preservar el prestigio y la profesionalidad de una institución de tal calibre más allá de cualquier goloso caramelo que les pongan en la boca. ¿O es que alguien se imagina a una academia de la lengua añadiendo palabras inventadas en sus diccionarios, solo porque unos locos les pagan para que las añadan?

Se empieza a respirar un cambio global en los sistemas educativos. Después de algunos siglos de enseñanza dogmática, donde otros decidían lo que era interesante que aprendiésemos todos, hoy empieza a vislumbrarse un pequeño cambio. Cada vez son más los pensadores qué, como Mario Bunge o el conocido Kent Robinson, buscan una enseñanza basada en el pensamiento crítico. En el debate. No tanto aprender a memorizar como aprender a pensar. Que entre pensar y pensar críticamente, hay algo de redundancia. O quizá es que a mí no se me ocurre otra forma de pensar que no sea en base a la crítica. Y eso es lo que empezó a hacer "Els Juliols" de la UB en 2013 y ha empezado a torcer este año, desmontando así de un plumazo eso de que el 13 trae mala suerte. Y demostrando también, que hacen falta más cursos de Pensamiento Crítico.

Pero no se puede consentir. No se puede.

Y uno empieza a plantearse si, sin que nos llamen nazis por hacerlo, consultar a la gente sobre este curso puede hacerse con una recogida de firmas.

Petición para retirar el curso "Introducció a les medicines complementàries" de la UB

Evidentemente, os pido la máxima difusión y ayuda.

Saludos.



ACTUALIZACIÓN:

Por cierto, que me comenta P.G. Ortega que la directora y profesora de este curso no es una novata en estos lares. Que ha presentado cursos de espiritualidad y otras cosas. Vamos, lo peta.

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